Un centro comarcal de servicios en la ría de Ares
Con una extensión de 29 Km, la personalidad geográfica del Concello de Pontedeume la configuran el monte Breamo, la ría de Ares y el río Eume, divisoria con el Concello de Cabañas. La unión entre ambos se realiza por un largo puente que da nombre a la Villa. De los 8.850 habitantes que posee, más de la mitad se concentran en la capital del Concello, distribuyéndose el resto por las otras seis feligresías (Boebre, Centroña, Vilar, Andrade, Nogueirosa y Ombre) con una densidad de población de las más altas de Galicia.
Villa marinera, la ría, que no permite acoger a barcos de gran calado, la separa del mar, pero le proporciona una de sus fuentes de riqueza: el cultivo de la almeja. Es, en todo caso, el centro de servicios más importante entre Ferrol y Betanzos.
Villa con historia medieval
La villa es fundada ex novo, en 1270, por el rey Alfonso X en el lugar que llamaban de la Ponte de Eume, integrando dentro del alfoz a todos aquellos territorios que, entre los río Belelle y Mandeo, se mantenía bajo la jurisdicción real, a quienes otorga el Fuero de Benavente. En el 1371 Enrique II concede la jurisdicción a Fernán Pérez Andrade "O Bóo". A partir de este momento Pontedeume une su destino al de la casa de Andrade, que también disfruta de los señoríos de Villalba y Ferrol y que en el siglo XVI se une a la de Lemos.
Sus monumentos
Las calles del casco antiguo conservan la morfología y la frescura de la villa medieval, organizada en trece cuadrículas a ambos de la calle Real, con principio y fin en las dos puertas más importantes. La muralla fue desapareciendo a lo largo de la Edad Moderna, conservándose en la actualidad sólo un pequeño lienzo en el atrio de la iglesia parroquial.
Dentro de lo que fue el recinto amurallado, el Torreón y la iglesia de Santiago se reparten el protagonismo, a los que habría que añadir la antigua Cátedra de Latinidad, anterior a 1580, y la Casa del Concello, reedificada a raíz del incendio de 1607, junto a la plaza del mismo nombre, abierta en 1617.
El primero, notable atalaya de 11,50 m. de alto, formaba parte del antiguo palacio posiblemente construido a finales del siglo XIV por Fernán Pérez Andrade "O Boó" y desaparecido en el primer cuarto de nuestro siglo. Cerraba la villa por el lado noroccidental, donde hoy se encuentra la plaza del Conde y el Mercado, lugar de asentamiento del Feirón semanal. La actual plaza del Concello data de 1617.
El antiguo puente, del que sólo quedan el Oso y el Jabalí situados hoy en la rotonda, fue construido en la segunda mitad del siglo XIV. El actual se realizó entre 1863 y 1870.
El convento de S. Agustín, hoy Casa de la Cultura, fue mandado construir por don Fernando de Andrade en 1538. Se conserva un lienzo del claustro, del siglo XVII, y una fachada de principios del XVIII.
La riqueza artística de la comarca
La importancia que tuvieron los monasterios en la comarca y lo bien que un estilo como el Románico se aclimató al paisaje y las gentes gallegas, explican una riqueza artística más que notable. A ello debemos añadir la presencia del castillo de Andrade, fortaleza medieval de finales del siglo XIV, situada en la peña de Leboreiro, desde la que se puede contemplar la ría de Ares en toda su amplitud.
Las seis iglesias que componen la nómina del románico de la comarca pueden incluirse, salvo S. Miguel de Breamo y S. Juan de Caaveiro, antiguos monasterio de canónigos regulares de S. Agustín, dentro del románico rural o popular, respondiendo a la tipología de una sola nave y ábside semicircular.
S. Juan de Vilanova, de fines del siglo XI, o principios del XII, es una de las tres iglesias gallegas en la que se advierte la influencia del denominado románico lombardo. Sus características son: ábside semicircular, articulado por lesenas y arquillos, unido a la nave directamente sin tramo resto , sencillas ventanas, sillarejo pardo y ausencia de canecillos.
Sta. Mª de Doroña, S. Martín de Andrade y S. Pedro de Cervás son de la segunda mitad del siglo XII.
S. Miguel de Breamo La iglesia es el único resto de lo que fue el Real Priorato de S. Miguel de Breamo. El monasterio, ya habitado por canónigos regulares de S. Agustín en 1169, fue abandonado en elúltimo tercio del siglo XVI y demolido a principios del siguiente, momento en el que se reforma parte de la fachada y se reconstruye el muro sur de la nave principal. Su jurisdicción se extendía por las feligresías de Breamo, Villar, Perbes, Villanueva y Centroña. El Priorato desaparece en 1789.
Fue edificada en 1187, según inscripción del contrafuerte izquierdo de la fachada principal. Constituye uno de los pocos ejemplos de iglesia románica gallega de cruz latina, de una sola nave, tres ábsides semicirculares y cubrición abovedada, con una singular bóveda cuatripartita en el crucero. En esta bóveda, y en la sobriedad de algunos de sus capiteles, se advierte la influencia cisterciense. En la decoración escultórica de las bases de las columnas encontramos otro rasgo de originalidad.
S. Juan de Caaveiro
Los orígenes del monasterio de Caaveiro, como los de otros muchos monasterios, son inciertos. En todo caso estos orígenes parecen estar unidos a S. Rosendo, figura destacada de la Galicia medieval del siglo X: fue virrey, obispo de Mondoñedo e Iria y fundador del monasterio de Celanova. Los datos de que disponemos apuntan a un resurgimiento del cenobio, a finales del siglo IX, como resultado del agrupamiento de anacoretas o eremitas que hacían vida santa por estar tierras, difícil sería encontrar un lugar tan apartado. El papel de S. Rosendo, que debió aprovechar también el cenobio como centro de retiro, es el de garantizar su supervivencia con una importante donación, en torno al 938, de la mayor parte de las tierras cultivables a la derecha del Eume, situadas en las feligresías de la Capela, Cabalar, Soaserra, S. Braulio de Caaveiro, Goente y S. Pedro de Eume. El Recuerdo de S. Rosendo se va a mantener a lo largo de la historia del monasterio en la documentación, en alguna leyenda y en las reliquias que van a sobrevivir a su desaparición: en concreto una casulla y un cáliz., que están en un relicario en la Iglesia de las Nieves, en la Capela.
Como otros muchos monasterios, a lo largo de los siglos XI, XII y XIII, se va a enriquecer con donaciones particulares, entre ellas las de la llamada familia Traba, y privilegios reales (privilegios de Alfonso VII, Fernando II y III), que delimitan un coto que se extendía por 17 feligresías, a la derecha del Eume, entre Cabañas y As Pontes. Coincide esta etapa con su conversión de monasterio benedictino en monasterio de Canónigos regulares de S. Agustín, bajo la congregación de S. Rufo, hecho que se produce con anterioridad a 1092, y el retiro del obispo mindoniense Pedro, de cuya presencia arranca seguramente su condición de colegiata.
Superada la crisis bajomedieval, no sin traumas, la existencia del monasterio se prolonga hasta finales del siglo XVIII. Esta fase está marcada por el restablecimiento de la regla, a finales del siglo XVI, por parte del prior Roa de Ávila, y por el enfrentamiento con el Arzobispado de Santiago que reclamaba el derecho a visitar el monasterio. Fase, en todo caso, a lo largo de la cual el monasterio vive momentos de esplendor, como lo atestigua la magnifica torre barroca. Esta torre es el canto del cisne. El monasterio se abandona entre 1762 y 1769 y la Colegiata es suprimida en el 1800.
Desde esta supresión las dependencias del monasterio, al cuidado de un casero, se deterioran progresivamente. A finales del siglo XIX, un vecino de Pontedeume, Pío García Espinosa, que había comprado buena parte de las tierras que lo rodean, consigue la autorización del Arzobispo de Santiago para restaurarlo. Don Pío derriba la casa delantera y la iglesia prioral, construye un pabellón almenado y reconstruye la capilla de Sta. Isabel.
Los restos artísticos más sobresalientes son románicos (ábside y muro nororiental, del siglo XII), barrocos (torre- campanario de 1750) y neorrománicos (portada de la iglesia, de finales del siglo XIX).
Sta. María de Monfero. El monasterio se funda en 1134 con monjes benedictinos traídos de Santa María de Valverde, luego Carracedo, a iniciativa de los caballeros Alonso Bermúdez y su sobrino Pedro Osorio, en terrenos de su propiedad y en el lugar donde sus antepasados habían construido una pequeña capilla puesta bajo la advocación de S. Marcos. Un año después se asegura su supervivencia con el privilegio de Alfonso VII. El diploma es pues de 1135 y no de 1114 como en la documentación se repite erróneamente.
Enriquecido por privilegios reales (delimitación del coto por parte de los monarcas Alfonso VII y Fernando II) y particulares, llegará a extender su jurisdicción por la feligresías de S. Pedro de Buriz, SantaMaría de Labrada, Santa María de Xestoso y Santa Xuliana y S. Fiz de Monfero.
En 1147 se convierte en monasterio cisterciense, aunque la incorporación oficial no parece producirse hasta 1201. Recibe la reforma a impulsos del monasterio de Sobrado, lo cual constituye toda una excepción en la dinámica de las fundaciones del Císter en Galicia.
Pero al final del medioevo, sumido en una crisis generalizada, el balance no parece ser muy alentador: posee una iglesia románica, un claustro bajo y, a decir de Ambrosio de Morales, no era muy grande, ni tenía libros y sus reliquias eran poco menos que de saldo.
La historia del monasterio en el siglo XIX se sintetiza con las palabras exclaustración, desamortización y ruina.
Entre 1620 y 1656 se construye la iglesia actual. La traza es realizada por Simón de Monasterio. Pero su muerte en 1624, cuando se progresaba en la construcción de los muros, hace que se sucedan una serie de maestros que, sin duda, fueron dejando su impronta en la edificación, y alterando, en cierta medida, al menos en la decoración, la traza primigenia debida a él.
Se trata de una iglesia de cruz latina, de una sola nave de cuatro tramos, corto brazo transversal, y presbiterio rectangular. Se cubre con bóveda de cañón, con casetones del mismo tipo que los empleados en Sobrado, dividida en arcos fajones poco resaltados, que parten de un volado entablamento decorado con triglifos, gotas con metopas y círculos gallonados.
La fachada es de una ruda estructura clasicista, pero barroca en su decoración. Recorrida por cuatro columnas gigantes compuestas, el recurso de alternar sillares graníticos con placas de pizarra, como si se tratase de un tablero de ajedrez, hace que la gane en originalidad y colorido, pero que pierda en elegancia. La torres se realizan entre 1659 y 1662 según proyecto de Juan de Riera.
Sta María de Montefaro. Monasterio fundado por Fernán Pérez Andrade "Bóo" en 1392, con frailes de la tercera orden regular franciscana, dotada con Chanteiro, el hospital del Espíritu Santo en medio del Puente y la feligresía de Mugardos.
Posee dos claustros del siglo XVIII.
Los datos de esta página están tomados de las obras de
DE CASTRO ÁLVAREZ, CARLOS. Iglesias Románicas da comarca do Eume. Pontedeume 1997
DE CASTRO ÁLVAREZ, CARLOS. El Monasterio de San Juan de Caaveiro. Historia y Arte. A Coruña 1999.
DE CASTRO ÁLVAREZ, CARLOS. La Historia de Santiago de Pontedeume. Historia y patrimonio artístico.
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Santiago de Pontedeume, San Martín do Porto, San Mamede de Laraxe, San Jorge de Magalofes, Santa Cruz de Salto, San Andrés de Cabanas, San Esteban de Irís, Santa María de Centroña, Santiago de Boebre y San Pedro de Vilar
La Comarca
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